Un adiós sencillo como el que vos y yo nos debimos siempre

Lautaro Punta
3 min readOct 24, 2021

--

Recibidos

Gracias, te amo

Lautaro Almudena

mié, 13 oct. 10:09 (hace 11 horas)

para:mí

Hola amor. Antes que nada, quiero pedirte perdón. No tengo forma de decirte lo que me está pasando desde un tiempo a esta parte sin recurrir a esto. Lo que te voy a decir no es algo que controlo, más bien es algo que me controla a mí. No sé si esta es la manera o, para serme franco, la verdad es que estoy convencido de que definitivamente no lo es. Sin embargo, apenas intento poner en palabras esto que te voy a decir, aunque sea con el espejo, termino llorando sentado en un rincón del baño. Ya me pasó dos veces. Pero no soporto la idea de torturarte escuchándome llorar por teléfono al otro lado del Atlántico. Me parece demasiado deprimente y demasiado cinematográfico y ambas cosas me dan náuseas, rabia y miedo. En fin, perdoname. Ahí va.

Sin dar muchas más vueltas, no puedo seguir así. Al principio pensé que me la iba a aguantar, dos años no parecían tanto tiempo. Pensaba en la autosuficiencia y la deconstrucción, la pareja abierta y a distancia, que iba a estar con quién quisiera y vos también e ibas a disfrutar y yo también y que no íbamos a dejar de amarnos. Que iba a chonguear, dormir con alguien, volver a casa y hacer de almorzar para llamarte por Zoom y que estemos juntitos, a la hora de mi almuerzo, a la hora de tu merienda. Que antes de dormirte me ibas a mandar mensajitos de buenas noches y alguna nude, una foto de tu culo, el boxer que tenés puesto. Como antes.

No me malentiendas, no es que dejé de amarte. Es que te necesito cerca y no puedo permitirme ser tan egoísta de entrometerme en una vida que ahora es enteramente tuya, propia y en la que yo ya no soy ese actor protagónico que fue feliz a tu lado. Yo estaba igual de emocionado que vos con la beca, Madrid, la Complutense, el piso compartido con Ana en La Latina. ¿Te acordás de eso? ¿Que te llamaron y agradeciste, pero cortaste y te quedaste en silencio, pensando? Yo me acuerdo de eso. Vos sentado en el sillón, la tele en mute, tu comida enfriándose en el plato de florcitas, yo atento, todavía en la mesa, sin probar bocado. No dijiste nada. Solamente miraste por la ventana, detrás del vidrio el balcón pequeño, la caja de arena de Rita, el tender vacío y un abismo de nueve pisos hasta el asfalto de calle 10.

En ese momento yo no dudé, ¿te acordás? “Amor”, te dije. “¡Tenemos que festejar!”, te dije, y me levanté para abrazarte y besarte y convencerte — en silencio y a fuerza de caricias y elogios brotados del amor más sincero- de que ésa era tu oportunidad, la que habías esperado tanto, la que tantas veces se te había negado, la que tantas marcas había dejado en tu cuerpo y en tus modos. Vos te animaste.

Viéndolo en retrospectiva, un año y poco más después de esa escena, vos estás en España y yo sigo solo en la mesa del almuerzo, la comida helada. No sé cómo lo estás viviendo vos, qué es lo que te pasa ahora: ya casi no hablamos y cuando hablamos casi que no nos decimos nada. Como mejores amigos que partieron sus caminos y se reencuentran, muchos años después, y no tienen ya de qué hablar porque ya no se conocen, pero el dolor a desconocerse con alguien tan importante los obliga a porfiar una relación rota hace largo tiempo.

Es eso, en realidad: te necesito, pero ya no te conozco. Y en ese desconocimiento de la persona que me sostuvo durante tantos años, siento que empiezo a desdibujarme. Empiezo a sentir que ya ni siquiera me conozco a mí mismo.

Por eso, por vos y por mí, esta es mi despedida. No puedo esperar hasta que vuelvas. Prefiero liberarnos a ambos lo antes posible. A vos de cargar conmigo, a mí de sufrir por sentirte tan lejano, aún en la distancia. Quisiera terminar esto como lo que fue: un viaje hermoso en el que me enseñaste a compartir la vida, el espacio y las alegrías. A llorar en las derrotas, como un hombre. A acompañar en las malas y ofrecer un vaso de agua en silencio durante un ataque de pánico — “¿querés que te abra la ventana, amor?”.

Gracias, Fabri. Estos, al lado tuyo, fueron los cinco mejores años de mi vida. Te voy a amar siempre. Lauti.

--

--

Lautaro Punta

Soy periodista casi por mandato familiar. Quisiera vivir de escribir crónicas, ficciones. Quisiera dejar de correr detrás de esa mujer. Este es mi mejor intento